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¿Cuántas intoxicaciones debe haber para que la EPA prohíba los pesticidas neurotóxicos?

La EPA debe establecer una prohibición total de los órganofosfatos. Punto. Y mientras tanto—a raíz de los nefastos efectos en la salud que causan estos pesticidas—la agencia debe tomar medidas preventivas como la instalación de zonas que actúen como barreras.

Esta página fue publicada hace 7 años. Encuentre lo último sobre el trabajo de Earthjustice.

La EPA está revisando los riesgos a la salud relacionados con otro grupo de pesticidas. Y ha encontrado lo mismo de nuevo una vez más: Cada vez que los órganofosfatos son usados al aire libre, pueden causar daños a la salud a mediano y largo plazo en los trabajadores del campo, los niños y otras personas que hayan sido expuestas a ellos. Esto es aparte de los riesgos que estos niños ya enfrentan por los pesticidas que se encuentran en el agua potable y en los alimentos que ingieren normalmente como plátanos, papas y camotes.

La evidencia es clara, y la EPA debe vetar del todo estos peligrosos pesticidas. Sin embargo, mientras que la EPA va avanzando en su largo proceso de revisión, miles de personas—particularmente niños y trabajadores del campo—se envenenan cada año. Esto es inaceptable, y afortunadamente se puede evitar.

El grupo de pesticidas actuales que se encuentra bajo revisión incluye bensulide, cumafós, pirimifos-metilo y aldicarb. En el curso de la década pasada, la EPA ha retirado gradualmente muchos pesticidas para uso residencial y agrícola. Sin embargo, los compuestos neurotóxicos órganofosfatos y carbamato se encuentran todavía en muchos productos insecticidas—y en alimentos y en agua potable. Se aparecen en muchos alimentos básicos, incluyendo plátanos y papillas de bebé que contengan plátano como ingrediente, papas, cacahuates, frijoles y cítricos.

Los órganofosfatos son la clase de pesticidas más comúnmente usada en Estados Unidos. Según la EPA, más de 33 millones de libras de estos pesticidas son rociadas anualmente, y representan más de un tercio de todos los insecticidas usados en este país. Pero una cantidad considerable de evidencia científica por mucho tiempo ha demostrado que estos pesticidas están haciendo algo más que envenenar insectos—están envenenando a la gente. Incluyendo a los trabajadores del campo que manejan  estos químicos, sus familias y otras personas que se exponen por haber sido alcanzadas por el rocío, por lo comen y lo que beben.

Según datos proporcionados por la Asociación Americana de Centros de Control de Veneno, en  el 2014 hubo 1,661 casos de intoxicación por carbamato y 2,901 casos de intoxicación por órganofosfatos. De los incidentes del pesticida carbamato, más de 500 involucran a niños menores de 13 años de edad. En el caso de los órganofosfatos, se contaron 700 casos de niños menores de 13 que fueron afectados. Estas estadísticas deberían alarmar a la EPA (y a todos nosotros) que debería hacer algo, pero ni siquiera incluyen a la gente que ha sido expuesta a estos pesticidas en el transcurso de su trabajo porque los incidentes de trabajadores se calculan por una agencia diferente. Los niños y los bebés son más susceptibles a las intoxicaciones porque sus cuerpos tienen una menor capacidad para eliminar pesticidas. Los niños también tienen una tendencia natural a explorar su medio por medio del tacto y tocan los objetos y se los meten a la boca, lo cual los pone en un riesgo mayor de exposición a pesticidas.

Estudios científicos han demostrado repetidamente (y la EPA lo ha corroborado) que la exposición a los órganofosfatos está asociada con retrasos en el desarrollo mental de infantes, problemas de atención, desórdenes del espectro autista y en general causan un impacto negativo en la inteligencia. Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Ciencias de la Salud (Institute of Environmental Health Sciences) encontró que niños cuyas madres vivían en un radio de una milla de los campos rociados con pesticidas compuestos por órganofosfatos durante su embarazo tenían un 60% mayor de probabilidad de desarrollar autismo comparados con niños cuyas madres no vivían cerca de campos tratados con esos pesticidas.

Estos riesgos han sido del conocimiento de la EPA por mucho tiempo, la cual no tiene excusa para no actuar. Por ejemplo, una de las neurotoxinas que se incluyen en el grupo más reciente de pesticidas bajo revisión es aldicarb. La EPA ya sabe que los niños de edad preescolar que comen camote están expuestos de tres a cuatro veces más del nivel de aldicarb que la agencia misma considera seguro. Cuando se incluye el agua, el riesgo aumenta a casi 30—así es, 30 veces el nivel de riesgo que la EPA considera saludable.

Earthjustice y una amplia coalición de colaboradores, incluyendo los grupos Farmworker Justice, Pesticide Action Network, United Farmworkers y el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, están luchando para lograr el veto total de este grupo de pesticidas neurotóxicos como parte de una lucha más amplia contra los órganofosfatos y todos los otros pesticidas que dañan a los trabajadores, los niños y el medio ambiente. Ese esfuerzo incluye exigir a la EPA que prohíba uno de los más nocivos órganofosfatos, clorpirifos, el cual la EPA ha dicho que finalmente vetará.

Mientras la EPA siga posponiendo las protecciones para trabajadores, familias y todas las demás personas expuestas a estos químicos peligrosos, la lucha no habrá terminado. La EPA debe establecer una prohibición total de los órganofosfatos. Punto. Y mientras tanto—a raíz de los nefastos efectos en la salud que causan estos pesticidas—la agencia debe tomar medidas preventivas como la instalación de zonas que actúen como barreras.

Entre más esperemos para vetar estos pesticidas, más vamos a perjudicar a los niños y a los trabajadores agrícolas. No estamos solamente hablando de cifras sino que las estadísticas representan niños de la vida real y trabajadores que merecen nuestra protección ahora.

Matt was part of the Northwest regional office in Seattle from 2013 to 2016. He was a graduate of New York University School of Law, where he was a Root-Tilden-Kern Scholar, and the Harvard Kennedy School of Government, where he obtained a Master in Public Administration.

Established in 1987, Earthjustice's Northwest Regional Office has been at the forefront of many of the most significant legal decisions safeguarding the Pacific Northwest’s imperiled species, ancient forests, and waterways.