Ella Creció en el Amazonas. Ahora Lucha por Su Supervivencia

La política brasileña Marina Silva habló con Earthjustice sobre la importancia de abordar el cambio climático a raíz de los incendios en el Amazonas.

Marina Silva
Marina Silva (Molly Crabapple para Earthjustice)

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Casi a lo largo de 2019, más de 17 millones de acres de bosques selváticos en el Amazonas fueron reducidos a cenizas. Mientras el planeta veía con estupor el peligro que enfrentaba el denominado “pulmón del mundo”, la ex candidata presidencial y ambientalista brasileña Marina Silva ha llevado su voz de protesta a eventos internacionales para señalar la tala indiscriminada de árboles, así como la expansión indiscriminada de la agricultura, que condujeron a la alarmante conflagración en su país.

Ganadora del Goldman Environmental Prize en 1996, Silva también fungió como ministra de medio ambiente durante el gobierno de Inácio Lula Da Silva entre 2003 y 2008, además de ser senadora para el estado de Acre en 1994. Antes de alcanzar estos reconocimientos, encontró su vocación de ambientalista cuando tenía 17 años.

En entrevista con Earthjustice, Silva habla del rol de la juventud para mitigar la crisis climática, cómo enfrentar las posturas negacionistas frente al calentamiento global y una posible transición total a energía limpia en Brasil.

Usted paso su infancia extrayendo caucho, además de que cazó y pescó para apoyar a su familia. ¿Cómo esta experiencia moldó su manera de ver Brasil y el mundo hoy?

Yo extraía látex con mi padre. Trabajaba como agricultora con mi madre, y todo esto lo hacía desde que tenía seis años. Teníamos todo, desde materiales para construir nuestras casas hasta cultivos de castaña y caucho. Eso me hizo desarrollar un sentimiento de respeto por los bosques porque es un lugar que representaba nuestra economía, nuestra identidad y es un lugar en donde nos divertíamos.

Eso me ayudó mucho a ver la interconectividad entre las ciudades y la selva. En la ciudad la información transita más rápido, mientras que en los bosques la gente tiene mucho tiempo para procesar informaciones, y sus lugares aledaños son a dos horas de distancia la una de la otra. Y en el momento que se recibía la información era un tiempo para reflexionar. Vivir en esos dos mundos me ayuda ver a un Brasil profundo que está dentro de mí, y ese Brasil profundo es el que sostiene a un país entero. Brasil es una potencia hídrica y agrícola porque es una potencia forestal, a la vez que somos un país cultural y un pueblo diverso. Es un país que ha aprendido a manejar esas diferencias muy a pesar del prejuicio contra los indios, contra los afrodescendientes y otras personas que tienen otro estilo de vida.

¿Cómo enfrentaría usted con el tema de los incendios en la Amazonia para garantizar justicia para los más afectados?

Cuando fui ministra de medio ambiente, una de las primeras cosas que hicimos fue enfrentar el problema de deforestación y los incendios de una forma estructural y no paliativamente. Por eso hicimos un plan de prevención y control de deforestación que tenía como objetivo tres directrices de sustentación: 1) combatir la deforestación, prácticas ilegales y ocupación ilegal de tierras y 2) combatiendo la criminalidad. Otra directriz era el ordenamiento territorial para ayudar a demarcar territorios indígenas y crear unidades de conservación.

Con esas directrices logramos reducir la deforestación a dos tercios en un espacio de más de 10 años, y es una demostración de que, mientras la economía crece, usted puede controlar la deforestación y trabajar fuertemente para que no haya una impunidad para los que practican la violencia contra otras comunidades locales — cuyas propiedades y tierras públicas son invadidas. Durante mi gestión, creamos 24 millones de hectáreas de conservación y doblamos las reservas extractivistas para poblaciones tradicionales. Esas son formas de asegurar justicia social con protección ambiental.

¿Cómo ha sido la transición de Brasil en materia de energía limpia, especialmente cuando su economía depende enormemente de industrias como la proteína animal y los combustibles fósiles?

Brasil tiene un gran potencial para producir energía eólica, biomasa y solar. Brasil puede ser un país que puede combinar energía hidroeléctrica basada en la sustentabilidad con fuentes renovables limpias. El hecho de que sea un productor de carne no significa que necesite utilizar energías fósiles, pero ser un país que tiene un potencial de exploración de petróleo nos ubica en un desafío. Ahora la ciencia dice que la urgencia de la crisis ambiental exige el uso de esas fuentes y que los recursos deben ser creados para su desarrollo.

Es importante sustituir la energía fósil y no solamente en Brasil, sino en todo el mundo entero. En el caso de Brasil tenemos una grande ventaja porque contamos con 45 por ciento de matriz energética limpia y tenemos potencial para ser una economía de bajo carbono. El problema es que, políticamente, el gobierno actual de nuestro país no incentiva la generación de energía limpia, así como tampoco incentiva una agricultura de bajo carbono.

¿Nos puede hablar un poco sobre el significado de ser la primera golpeadora de árbol de goma en ocupar el cargo de senadora?

Significa una responsabilidad muy grande con mis orígenes y las historias de las comunidades tradicionales como los indígenas, los golpeadores de árbol de goma y los pescadores, entre otros. Estas poblaciones son tratadas injustamente porque son víctimas de violencia, de los prejuicios y el olvido desde el punto de vista de la política pública. Nací en una comunidad que tenía más de 300 familias y cada una tenía hasta 10 hijos. De todos esos menores, fui la única persona que pude asistir a una universidad. Entonces, para mí es un grado de responsabilidad y luchar para que esas oportunidades no sean excepciones sino reglas para todos los brasileños.

Es un lazo de compromiso histórico con terminar las injusticias, el prejuicio y la violencia, y de garantizarle a esas comunidades sus territorios e identidades. En este momento de crisis climática, estas comunidades también pueden aportar grandes ideas para confrontar este problema.

Los jóvenes han asumido un rol importante en generar conciencia frente a la crisis climática. ¿Usted ha trabajado con la juventud de su país?  

Cuando fui ministra de medio ambiente, priorizamos nuestra agenda con los jóvenes. Hacíamos conferencias que eran un proceso desde de las escuelas, tanto públicas como privadas, a partir del material producido con una pedagogía adecuada para menores y adolescentes desde los 10 a 15 años, y esas conferencias eran realizadas cada dos años en el país entero. Llegamos a involucrar más de 11 millones de adolescentes durante 5 años y medio. Hoy no tengo una función pública, pero he priorizado el debate y dialogo con las juventudes en escuelas y universidades. En aquel entonces, trabajamos en temas como los recursos hídricos y el cambio climático. Eso generó una red comprometida con el medio ambiente.  

El presidente Jair Bolsonaro niega los efectos del cambio climático y cataloga los esfuerzos de “juego comercial”. ¿Espera usted que las políticas ambientales en algún momento cambien en su país?

Hay una necesidad en torno a la crisis ambiental. Diferentes centros de investigación en Estados Unidos y foros económicos globales priorizan estudios consistentes sobre el cambio climático y otros riesgos ambientales que vive el planeta. Sin embargo, siguen existiendo posiciones como las del Presidente Donald Trump y Bolsonaro, además de otros negacionistas, que están perturbando las implementaciones del Acuerdo de Paris de 2015. Hay una parte de la sociedad, especialmente la empresarial y la científica, que quiere algo viable. Brasil dificilmente alcanzará las metas que se comprometió a cumplir, por lo que espero que los negacionistas del cambio climático dejen de hacer un gran mal para la humanidad y el futuro del planeta con sus posturas.

A raíz de los incendios en el Amazonas, usted dijo que “cuidar el planeta no tiene política ideológica” y por ende tenemos que estar por encima de eso. Pero, ¿cómo superar eso?

Tenemos un desafío grande porque esas figuras como Trump y Bolsonaro no miran los hechos. Infelizmente, eso es un problema grave. La única forma de lidiar con eso es que las personas tengan conciencia y responsabilidad, es decir, comenzar a asumir un papel político de no permitir que los negacionistas continúen liderando el destino del planeta. Eso tiene un peso grande. Por otro lado, necesitamos reducir el consumo de combustible fósil, y los países que tenemos participación en el Amazonas debemos protegerlo. No obstante, hay un grupo de personas que no tienen escrúpulos en sacrificar estos recursos de millones de años en función de lucrarse y permanecer en el poder.

¿Nos podría decir algo de Brasil que los estadounidenses no sepamos?

Yo pienso que es importante, no solamente para los estadounidenses sino para todo el mundo, que, aunque seamos culturas y nacionalidades diferentes, y tengamos soberanía sobre nuestros territorios, somos seres humanos y podemos relacionarnos al tiempo que tomamos decisiones diferentes. Algunas personas piensan que Brasil no tiene una diversidad grande, pero somos un pueblo con unidad política, cultural y social. Aquí también existen más de 200 pueblos que hablan más de 120 lenguas y eso es importante recalcar.  


Todos tienen una historia que contar sobre el poder de la resistencia y la esperanza. ¿Cuál es su historia de justicia climática? Envíe una idea o envíenos sus comentarios a climatejustice@earthjustice.org.

Based in New York, Robert is the Public Affairs and Communications strategist for Latino Engagement and Outreach. He has more than a decade of experience working for mainstream media outlets, U.S. Hispanic and Latino news channels, and think tanks.