La Raza y la Justicia Ambiental: Una Conversación Con la Activista Vernice Miller-Travis
En esta entrevista, Vernice habla de la evolución de su relación con la EPA y la necesidad de un diálogo nacional más profundo sobre justicia ambiental. Vernice ha encontrado una manera extraordinaria de mantenerse positiva, aun después de enfrentar tantos retos ecológicos.
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Vernice Miller-Travis es defensora de la justicia ambiental desde hace mucho tiempo y cofundadora de WE ACT for Environmental Justice, una organización comunitaria basada en el norte de Manhattan. Ella cree que los grupos verdes y la justicia ambiental deben colaborar para generar un movimiento ecológico más diverso y efectivo. En esta entrevista, Vernice habla de la evolución de su relación con la EPA y la necesidad de un diálogo nacional más profundo sobre justicia ambiental. Vernice ha encontrado una manera extraordinaria de mantenerse positiva, aun después de enfrentar tantos retos ecológicos.
Jessica Knoblauch: Usted ha dedicado casi tres décadas a esto y es una de las principales activistas del movimiento de justicia ambiental. ¿Qué fue lo primero que le inspiró a tomar parte en estas causas?
Vernice Miller-Travis: Yo trabajaba de asistente de investigación en la Comisión por la Justicia Racial de la iglesia United Church of Christ (United Church of Christ Commission for Racial Justice). A la vez vivía en West Harlem, New York, donde había personas luchando contra la ubicación de la planta de tratamiento de aguas residuales del North River. La investigación al final se daría a conocer en un reporte titulado “Los desechos tóxicos y la raza en los Estados Unidos” (Toxic Waste and Race in the United States) y que se convirtió en el primer reporte en ofrecer un panorama completo de la relación entre la raza y los desechos.
J.K.: ¿Puede hablar sobre algunas de las lecciones que aprendió durante esa primera lucha por la planta de desechos en Harlem?
V.M.: Aprendí que las personas pueden aprender sobre cualquier tema que necesiten cuando sus vidas peligran. También aprendí que si verdaderamente quieres llegar al grano en el tema de la injusticia ambiental, entonces debes entender la relación entre la raza, el uso de la tierra y las leyes de zonificación. En las comunidades de color, el gobierno local ha establecido una práctica de segregación residencial. Así sucedió en los años 40s y 50s, y lo mismo sucede hoy.
J.K.: Usted ha trabajado con la EPA durante años como defensora de la justicia ambiental. ¿Cómo ha evolucionado su relación con esa agencia?
V.M.: Cuando primero comencé a interactuar con la EPA, a finales de los 1980s, no existía grupo alguno de personas con los que estuviera más furiosa. La planta depuradora North River Sewage Treatment Plant en la parte baja del Río Hudson está diseñada para tratar 180 millones galones de desechos crudos a diario. Y la EPA no tenía intención alguna de establecer ningún sistema de control de contaminación ambiental. Por tanto, estamos hablando de un inodoro de media milla de largo y seis pies de altura que lamentablemente debilitó las vidas de 100,000 personas que vivían en la comunidad de West Harlem.
Durante el curso de los años, luego de trabajar muy de cerca con muchas personas en la EPA, he llegado a reconocer que son profesionales ecológicos verdaderamente dedicados. Necesitaban un poco de educación y sensibilizarse un poco sobre estos problemas, pero no estaban activamente tratando de perjudicar la calidad de nuestras vidas.
J.K.: Usted ha colaborado con grupos como Earthjustice para ayudar a diversificar el movimiento ecológico y sacar a relucir los problemas de justicia ambiental. ¿Qué cree que están haciendo mal los grupos ecológicos en materia de justicia ambiental, y qué están haciendo bien?
V.M.: Earthjustice tenía una oficina en Nueva Orleans que hizo trabajo vanguardista de abogacía legal en torno a la justicia ambiental. Y Earthjustice ha hecho de la justicia ambiental el centro de mucha de su abogacía legal, incluyendo la norma para aguas residuales del proceso de combustión de carbón, la definición de la norma de desechos sólidos, y la labor sobre las normas para toxinas de mercurio en el aire. Así, que en el plano normativo, Earthjustice se ha comprometido realmente a continuar la labor que comenzó en su oficina de Nueva Orleans. Pero donde aun estamos rezagados es en la falta total y absoluta de diversidad en el personal y los consejos, y hasta en las bases de donantes del movimiento ecológico.
J.K.: ¿Qué pasos concretos pueden tomar los grupos ecológicos para cambiar la imagen del movimiento ecológico, que es predominantemente blanco y enfocado hacia los temas de conservación?
V.M.: Es momento para un diálogo más profundo. La naturaleza fracturada del movimiento ecológico y la comunidad de justicia ambiental han seguido perjudicando nuestra efectividad política. La comunidad de defensa de los derechos civiles y la comunidad ecológica necesitan coincidir e integrarse mucho más. Hay problemas, como el plomo en el agua potable, que han estado bajo el radar y requieren mayor atención.
J.K.: ¿Cree que los grupos de defensa comunitarios son la mejor vía para resolver los problemas de justicia ambiental?
V.M.: Al centro de todo esto, debe haber una defensa comunitaria fuerte y sostenida, dirigida por personas que están siendo impactadas principalmente por estas amenazas ambientales y de salud pública.
Pero la mayoría de estos grupos que trabajan en los problemas de justicia ambiental están extensamente mermados de recursos. Creo que es tiempo de invertir en estos esfuerzos.
J.K.: ¿Cómo logramos que las personas se interesen por el medio ambiente, especialmente las personas que no se identifican fácilmente con los valores ecológicos tradicionales, como la conservación?
V.M.: A las personas de color siempre les ha interesado los problemas ecológicos. Pero el lenguaje que utilizamos para hablar de estos problemas ha creado barreras. La conservación es una conservación a un nivel bastante elevado. Pero si hablamos con la persona promedio en cualquiera de estas comunidades afectadas por la justicia ambiental, acerca de lo que significa proteger a sus comunidades y sus familias, las personas te hablarán hasta por los codos de lo que estos problemas verdaderamente significan para ellos y como ellos los valoran como parte esencial de sus existencias.
J.K.: ¿Es el cambio climático un ejemplo de donde la comunidad ecológica necesita hacer una mejor labor de comunicar el problema de forma que la mayoría del público pueda solidarizarse con esa comunidad?
V.M.: Absolutamente. Uno de los problemas en que se están enfocando estas comunidades afectadas por la justicia ambiental es el tema de las emisiones localizadas. Esto es lo que está causando asma, lo que está provocando mortalidad por asma, y lo que está ocurriendo en estas comunidades a ritmo epidémico. Eso tiene que cambiar.
J.K.: Existen tantos retos ecológicos. ¿Cómo se mantiene usted positiva?
V.M.: Cada gran victoria es un gran avance para nuestra sociedad y para nuestro planeta.
Con cada pequeña victoria, se salva una vida.
Nuestra comunidad en West Harlem ya no tiene la tasa de mortalidad prematura por asma más alta. Estamos viendo los números de niños con plomo en la sangre descendiendo en general. Estamos viendo una mejoría en la calidad del agua, una mejoría dramática en la calidad del aire. Pero aun quedan retos. Mientras haya gente de las comunidades locales con la energía para apoyar los temas de esta agenda, entonces yo tengo la energía para apoyarlos de todas las formas que pueda.
Esta entrevista fue tomada y editada de su podcast original, “La ecología sin igualdad” (Ecology Without Equality).
Jessica is a former award-winning journalist. She enjoys wild places and dispensing justice, so she considers her job here to be a pretty amazing fit.