Joven que creció rodeada de toxinas de carbón clama por salvaguardas de salud. La EPA ofrece lo contrario
El administrador de la EPA, Scott Pruitt, quiere debilitar una ley que protege a personas como Mabette Colon de los desechos tóxicos de carbón.
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Todos los días, la casa de Mabette Colon en Guayama, Puerto Rico, amanece cubierta de cenizas de carbón color gris oscuro, emitidas por la planta de energía local. La ceniza es tan fina que pasa por las rendijas de sus ventanas, cubriendo sus muebles, su ropa y las camas de toda su familia.
Aunque limpiar completamente su casa le toma a Mabette una hora, su madre es quien se encarga normalmente de esta tarea mientras Mabette va a la escuela. Pero su madre invierte cerca de tres o cuatro horas limpiando la casa debido a la osteoporosis, una condición de los huesos asociada a su exposición a cenizas de carbón. Aun limpiándola todos los días, la casa vuelve a cubrirse de ceniza por las tardes.
La ceniza de carbón, la cual viene del carbón quemado en plantas eléctricas, está plagada de químicos cancerígenos que también están asociados a trastornos del desarrollo y problemas reproductivos. Junto a la planta de Guayama y expuesta a los cuatro elementos, una montaña de ceniza de carbón de cinco pisos de altura observa el vecindario. Si la ciudad ya sufría el desplazamiento de estas cenizas por el aire, el suelo y el agua subterránea, tras el huracán María en 2017, el desplazamiento de los tóxicos apilados fue tan obvio que, a pesar de las declaraciones contrarias desde la planta, todo Guayama lo sabía.
En los Estados Unidos existen leyes federales para proteger comunidades como Guayama. La Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) concretó una ley en 2015 que dictamina que las plantas eléctricas deben deshacerse de desechos de carbón de una manera más segura. Pero el administrador de la EPA de Trump, Scott Pruitt, cuyo objetivo como procurador de Oklahoma fue echar abajo toda normativa de la EPA, prometió eliminar la ley casi inmediatamente después de confirmase el puesto. Esta ley había sido cuestionada por la industria del carbón, cuya agenda está estrechamente ligada con la de Pruitt. Y tras la declaración de Trump en su discurso sobre el estado de la unión, donde profesó su amor por el “limpio y hermoso carbón”, no quedan dudas sobre los pactos de esta administración.
Hace un mes, la EPA propuso cambios a la ley de cenizas de carbón que debilitarán salvaguardas de salud y seguridad. Así que Mabette, una estudiante de último año de secundaria de 18 años, viajó sola y por primera vez de Puerto Rico a Washington D.C., para testificar en una audiencia de la EPA sobre la importancia de la ley de cenizas de carbón. Earthjustice ha utilizado los tribunales para garantizar la protección de comunidades como Guayama de los peligros de la ceniza de carbón, así que invitó a Mabette a Washington para que pudiera dar voz a las preocupaciones de su comunidad.
A pesar de su edad, Mabette se ha roto varios huesos en tropiezos comunes, lo cual atribuye al cadmio que se encuentra en la ceniza de carbón, lo cual hace a sus huesos cada vez más frágiles.
A Mabette le preocupa que la misma exposición a cenizas de carbón también haya matado a su amada mascota, un perro salchicha de 2 años que un día comenzó a respirar de manera dolorosa y extenuante, y a quien encontró muerto una hora después. Aunque su nueva mascota ha vivido más tiempo, Mabette cree que es porque duerme dentro de casa, aun así le atormenta pensar que en cualquier momento puede morir.
Los residentes de Guayama tienen tasas de cáncer y otros problemas de salud por encima del promedio. Tanto así que una tía de Mabette que vive cerca de ella, fue diagnosticada de un cáncer que los médicos en Puerto Rico todavía no pueden identificar. La joven explica que el cáncer y otras enfermedades respiratorias plagan a los estudiantes de una escuela más cercana a la planta; por ejemplo, una amiga de Mabette, de 16 años, murió de cáncer. Asimismo, en Guayama demasiados bebés nacen con defectos congénitos.
Se han documentado cientos de sitios contaminados y derrames entre los más de 1,400 vertederos de cenizas de carbón en todo el país. Ver mapa.
Como si no tuviese suficiente de qué preocuparse, Mabette afirma que el sonido de la planta de carbón es insoportable y que la ceniza de carbón la enferma. “Se siente como un ardor en las fosas nasales, te da mucha comezón en la piel y te pone los ojos rojos”, dice Mabette. “Además te llena de ansiedad porque el ruido [de la planta] es demasiado fuerte y constante. No puedes dormir”.
Mabette ya quiere asistir a la universidad en otoño y alejarse de esa montaña de cenizas de carbón, pero la distancia no hará mucha diferencia. “Hay cenizas de carbón en todo Puerto Rico —dice—, y después del huracán María todo es aún peor”.
Kate worked in the Washington, D.C., office from 2017–2018.
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