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Líderes de Justicia Ambiental Confrontan la ‘Diferencia de Valores’

Activistas de justicia ambiental discuten el impacto duradero de la discriminación.

Esta página fue publicada hace 7 años. Encuentre lo último sobre el trabajo de Earthjustice.

Hay una fotografía en mi oficina que sirve como penoso recordatorio. Muestra un anuncio que señala donde está la “sala de espera para la gente de color” en una terminal de autobuses de Greyhound.

La imagen me recuerda que los beneficios y las molestias están todavía distribuidos de manera tal que favorece la piel blanca sobre la piel oscura o la morena. Los afroamericanos y otros grupos de color todavía tienen que soportar cargas en demasiadas áreas de la vida. Si bien es cierto que las leyes con base en la raza, y anuncios para la “gente de color” ya no se usan para brindar privilegios a los blancos mientras se somete a las personas de color, hay un racismo implícito que todavía está en juego, y sigue  reafirmando la desigualdad social y económica.

Los americanos blancos todavía son los beneficiarios de riqueza que pasa de generación en generación y privilegios por su color en casi todos los aspectos cuantificables de la vida. Ganan más, tienen mejor cuidados médicos y más recursos educativos que la gente de color. Y la gente de color tiene menos acceso al agua potable y a servicios modernos de sanidad y se enfrentan con mayor contaminación ambiental.

El profesor de Princeton Eddie Glaude aborda cómo la distribución desigual en empleos y en vivienda han sido estructurados de manera intencional en su libro  “Democracia en Negro: Cómo la Raza Sigue Esclavizando el Alma Americana.”  En su obra, Glaude llama la atención sobre lo que él denomina una “diferencia de valores” y de cómo se percibe la raza de un individuo, lo cual lleva a valorar la vida de un blanco más que la vida de un negro. Si la vida de un negro vale menos, argumenta, es fácil ignorar las crisis que las comunidades negras enfrentan y la manera en que las estructuras financieras, políticas y económicas contribuyen a esas crisis.

Este mensaje se volvió claro cuando los líderes del movimiento de justicia ambiental hablaron recientemente en una Convención conjunta de la Asociación Nacional de Periodistas Negros y la Asociación Nacional de Periodistas Hispanos.

“Raza supera a clase,” dijo el Dr. Bob Bullard, profesor distinguido en Texas Southern University, a un grupo de justicia ambiental patrocinado por Earthjustice. Bullard, considerado el “Padre de la Justicia Ambiental,” fungió como testigo experto en la primera demanda ambiental presentada bajo la Ley de los Derechos Civiles en 1979 que acusaba discriminación ambiental. El caso, Bean v. Southwestern Waste Management Corp., tenía que ver con un plan para ubicar un relleno sanitario de residuos sólidos en una comunidad de clase media en Houston que era 82 por ciento afroamericana.

En ese entonces, Bullard trabajaba con estudiantes de posgrado en el primer proyecto de investigación de gran relevancia que examinó la contaminación ambiental desde el punto de vista de raza. Encontró que cinco rellenos de basura, seis de los ocho incineradores propiedad de la ciudad y tres de los cuatro rellenos sanitarios privados en Houston estaban ubicados en comunidades negras—a pesar de que la gente de raza negra en Houston representaba solamente un 25 por ciento de la población.

Bullard, que enseña planeación urbana y política ambiental, notó que la localización de rellenos sanitarios, plantas generadoras de electricidad, carreteras y otras fuentes de contaminación dañina en comunidades de color es un problema sistémico más obvio en el Sur.

“Incluso los negros de clase media respiran peor aire,” Bullard dijo, basándose en un estudio nacional que demostró que las comunidades de color están expuestas a un 38 por ciento de niveles de nitrógeno más altos que los blancos. Ese contaminante, emitido por plantas generadoras de electricidad, coches y construcción pesada, está relacionado con el asma.

La Dra. Beverly Wright, profesora de sociología en Dillard University, dijo que ella creció cerca de plantas químicas en Nuevo Orleans con escasos conocimientos del daño físico que causaban.

Wright empezó a trabajar en problemas ambientales cuando era estudiante de posgrado en los años 70s en Niagara Falls, N.Y., después de que la gente que vivía en el vecindario llamado  Love Canal se enteraron de que sus hogares fueron construidos en el mismo lugar donde miles de desperdicios químicos habían sido enterrados. El activismo por Love Canal convirtió a los desperdicios tóxicos en un tema nacional y llevó a la aprobación de la Ley Superfund, que cobra impuestos a las industrias química y petrolera y permite recibir fondos federales para atacar las sustancias tóxicas que afectan la salud y el medio ambiente.

Wright se dio cuenta más tarde que un tramo de 85 millas de tierra entre Baton Rouge y New Orleans conocido como el Corredor Químico del Río Mississippi, o Callejón del cáncer, era incluso peor. En ese corredor, donde ella se crió, hay alrededor de 150 contaminadores industriales que emiten sustancias  tóxicas. Y la mayoría de la gente que vive cerca de estas industrias son gente de color.

Louisiana tiene la tercera tasa de muerte por cáncer más alta en Estados Unidos. Y la gente negra tiene tasas de cancer incluso más altas, dijo Wright.

Mientras que el movimiento ambiental lucha por protecciones más estrictas contra la contaminación, la equidad y la justicia han estado ausentes de la conversación, dijo. Wright ha estado trabajando con Bullard para luchar contra la discriminación ambiental. Ofrece asistencia a comunidades locales para luchar por mejores protecciones ambientales a través del grupo Deep South Center for Environmental Justice. Y, conjuntamente, han trabajado para construir El Consorcio de Universidades Históricamente Negras sobre Cambio Climático. El consorcio fue fundado en el 2011 para aumentar conciencia de los impactos desiguales en comunidades marginadas y así fomentar el desarrollo de líderes ambientales para trabajar en temas ecológicos.

Aunque Wright y Bullard se concentraron de manera primordial en los impactos de la discriminación ambiental en el Sur, la Dra. Martha Dina Argüello, directora ejecutiva del grupo Physicians for Social Responsibility – Los Angeles, encuentra las mismas disparidades en Los Angeles con residentes negros y latinos padeciendo los peores impactos por la contaminación.

De niña, Argüello recuerda sus salidas a nadar en Echo Park y Silver Lake en Los Angeles y salir del agua con las piernas cubiertas de aceite. Luego se enteró que la exposición a la contaminación por petróleo era común en comunidades de color en L.A.

“Hay más de 1,000 pozos petroleros activos donde vivimos, trabajamos y jugamos en la ciudad de Los  Angeles—y todos ellos en áreas donde la gente de color vive,” dijo. Argüello ha trabajado para fortalecer protecciones para las comunidades. En L.A., han empezado a usar una herramienta especial para medir los riesgos acumulativos de 19 contaminantes diferentes.

Lisa García, vice presidente de comunidades saludables para Earthjustice, platicó de cuando paseaba en bicicleta por el Bronx y desarrolló asma que pudo haber sido causada por la mala calidad del aire. Tiempo después, se enteró que había 23 estaciones para la transferencia de residuos industriales en el Bronx que emitían cantidades significativas de contaminación. Después de haberse graduado de la facultad de derecho, García se volvió activa en la lucha para detener proyectos de construcción de plantas generadoras de electricidad en comunidades de color.

“Empecé a preguntar: ‘¿Cuáles son las necesidades energéticas? ¿Por qué la necesitamos?”, García dijo. “Todas éstas eran comunidades de color y las tasas de asma estaban subiendo a niveles alarmantes en estas áreas.” García hizo un mapa con las disparidades de salud y del medio ambiente, se comunicó con promotores de salud y animó a la gente a asistir a reuniones públicas.

El patrón de comunidades de color enfrentando más contaminación y menos recursos para combatir los problemas sigue sin cambiar, de acuerdo a estos defensores de justicia ambiental. Pero las esperanzas provienen de su compromiso con la lucha para un mundo saludable y equitativo y su dedicación a enseñar a la nueva generación a seguir en la contienda.

Este artículo fue publicado por primera vez en el Huffington Post el 8 de Septiembre, 2016.

Based in Washington, D.C., Keith is the National Communications Strategist for Partnerships and Intersectional Justice.