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Una compañía de combustibles fósiles quiso instalar una planta de gas en una hermosa playa. Pero falló.

La última decisión de los inspectores de California para rechazar la propuesta es un punto de inflexión en el futuro de la energía limpia en el estado.

Karina Montoya, hija de una trabajadora agrícola, fue parte de los adolescentes de Oxnard, California, que se pronunciaron en contra de la propuesta para una planta de gas en su ciudad
Karina Montoya, hija de una trabajadora agrícola, fue parte de los adolescentes de Oxnard, California, que se pronunciaron en contra de la propuesta para una planta de gas en su ciudad (Chris Jordan-Bloch / Earthjustice)

Esta página fue publicada hace 6 años. Encuentre lo último sobre el trabajo de Earthjustice.

Esta semana, la ciudad de Oxnard, California, fue reconocida por algo más que su producción de fresas. La ciudad costera, ubicada entre las prósperas ciudades de Santa Bárbara y Malibú, cerró el último capítulo de una pelea de cuatro años contra una infundada propuesta para construir una enorme planta de gas natural en su playa. El 22 de marzo, el operador de la red de California finalmente aprobó una alternativa de energía limpia, arrojando el antiguo proyecto de gas al vacío.

Para la comunidad, cuyos residentes son mayormente migrantes de bajos ingresos con algunas de los peores niveles de asma en el país, esta victoria sabe a gloria. También puede ser una señal de algo todavía mejor: el fin de una era donde todas las comunidades de California tenían una planta de gas.

La lucha para impedir el proyecto de esta planta de gas en Oxnard, la ciudad más grande de la costa central californiana, comenzó el verano de 2014. NRG Energy, una poderosa corporación energética, propuso una planta de gas de 262 megavatios conocida como Puente que, de construirse, se uniría a otras tres plantas que ya dañan la costa. En lugar de castillos de arena y sombrillas de playa, la costa de Oxnard está llena de estas estructuras metálicas con altas chimeneas descargando contaminantes tóxicos al medio ambiente, dejado estanques huecos llenos de aguas residuales. Cerca de la costa también está un sitio Superfund, repleto de desperdicios tóxicos de una fábrica de reciclaje de metales.

Además de la industrialización de sus playas, Oxnard también se ve afectada por el uso tóxico de pesticidas que conlleva ser una potencia agrícola. Según el Departamento de Salud Pública de California, la ciudad tiene más estudiantes en escuelas cercanas a sitios con uso intensivo de pesticidas que cualquier otro lugar del estado.

“En una comunidad como Oxnard puedes pasear por la costa y darte cuenta de las diferencias entre tu comunidad y lo que hay en otras comunidades”, dice Lucas Zucker, director de comunicación y procedimientos de la Alianza de la Costa Central Unida por una Economía Sostenible (CAUSE, por sus siglas en inglés). “La gente puede ver las chimeneas, el uso de pesticidas en los campos y experimentan los niveles de asma, así que son muy conscientes de los problemas de justicia ambiental”.

En 2014, miembros de CAUSE comenzaron a dialogar con la comunidad e incluso visitaron escuelas secundarias locales solicitando ayuda para organizarse contra la planta. Muchos de los estudiantes que decidieron unirse eran de familias de trabajadores agrícolas, quienes habían visto a sus padres soportar injuticia tras injusticia tan solo para darles un buen hogar. Ahora querían representar y exigir lo justo en nombre de sus familias.

Karina Montoya era una estudiante de último año en la Escuela Secundaria Channel Islands. Montoya se involucró en CAUSE para abogar por los derechos de trabajadores agrícolas, como su madre, pero cuando se enteró de la propuesta de la planta de energía comenzó a asistir a las reuniones comunitarias y a hacerse escuchar.

“Es realmente injusto [que intenten poner esta planta eléctrica en Oxnard]”, dice Montoya, y agrega que duele ver a la gente apoyar algo que va a dañar a la comunidad. “A lo mejor no ven a las personas que trabajan y viven aquí… todas las familias. Lo único que les importa es el dinero que obtienen de la planta”.

Otra estudiante de la Secundaria Hueneme, Lilian Bello, se involucró después de enterarse que las centrales eléctricas que ya existían contribuían a los altos niveles de asma en la ciudad.

“Tengo asma desde que tengo memoria, y realmente no sabía por qué”, dice Bello, y agrega que su condición era tan mala y frecuente, que solía usar un respirador especial en casa. Cuando supo del vínculo entre el asma y una mala calidad de aire comenzó a asistir a las juntas del ayuntamiento para darle un rostro al problema. “Estamos aquí y estamos peleando, pero ni siquiera deberíamos de tener que hacerlo”, dice.

Juntas, Montoya y Bello se unieron a un creciente grupo de jóvenes en Oxnard que estaban en contra de la planta de gas. Durante los siguientes dos años, muchos de ellos se presentaron en audiencias para dar poderosos e inspiradores testimonios. También utilizaron nuevas y creativas formas de comunicar su oposición al proyecto, incluyendo un rap que habla sobre la planta de energía con la base rítmica de “The Fresh Prince of Bel-Air”.

“Intentaban caer bien y decir que harían lo necesario para conseguir lo que querían”, dice Zucker. La compañía eléctrica empezó a dar contribuciones a organizaciones sin fines de lucro de la comunidad y regaló entradas para la feria del condado a veteranos, pero al mismo tiempo amenazaba con no cumplir con el acuerdo de limpiar dos de sus centrales eléctricas existentes una vez que cerraran en 2020, dejando a la comunidad la responsabilidad de lidiar con el desastre.

Una vez que la NRG se dio cuenta que la ciudad estaba contra del proyecto, comenzó la batalla legal. Ahí fue donde nuestro abogado en energías limpias, Matt Vespa, entró como parte del Sierra Club, colaborando con CAUSE y otros grupos ambientalistas. El principal argumento jurídico que utilizó contra Puente fue que, al ubicar la planta en la playa, ésta correría gigantescos riesgos de inundación si llegara a aumentar el nivel del mar.

“La meta de la planta era garantizar la confiabilidad en el área durante condiciones climáticas extremas, pero la NRG proponía ubicar a Puente en un lugar demasiado vulnerable a condiciones climáticas extremas”, dice Vespa, quien ahora trabaja en Earthjustice. “No tenía sentido”.

Grupos como CAUSE, por su parte, argumentaron que la construcción de la planta profundizaría una injusticia ambiental, sobrecargando aún más a una comunidad de color que ya albergaba a suficientes industrias contaminantes.

Los grupos se unieron con la ciudad de Oxnard y la alcaldesa pro tem, Carmen Ramírez, para luchar contra la planta.

“Hemos sacrificado nuestras playas durante 50 años, pero ahora queremos algo diferente”, dice Ramirez, una ex miembro de CAUSE.

Al final, la decisión de aprobar o denegar el proyecto recayó en dos agencias estatales: la Comisión de Servicios Públicos de California (CPUC) y la Comisión de Energía de California (CEC). Estas comisiones están formadas por funcionarios asignados que generalmente aprueban todas las propuestas de centrales eléctricas, una práctica que, en parte, ha contribuido al exceso de plantas de gas natural en el estado.

La coalición se enfrentaba a inspectores obstinados y a una compañía de Fortune 500 con fondos aparentemente ilimitados, pero eso no los detuvo. Además de los problemas de cambio climático y justicia ambiental planteados por la planta, Vespa argumentó que la construcción de plantas de respaldo para proporcionar energía durante las horas pico ya no era necesario para garantizar la confiabilidad de la red. Los avances en tecnologías de energía limpia como el almacenamiento en baterías, se habían disparado en los últimos años. Así que Vespa trajo a compañías innovadoras como Tesla para testificar y probar su punto en las audiencias de la CEC.

Y de repente el proyecto de la NRG que durante años había parecido imposible de tumbar, comenzó a desmoronarse. Legisladores estatales como la senadora Hannah Beth-Jackson y la asambleísta Laura Friedman destacaron la necesidad de impulsar soluciones de energía limpia en todas partes de California, pero especialmente en comunidades como Oxnard, donde los residentes son quienes más necesitan romper la represión de los combustibles fósiles. En el futuro de la energía limpia, los líderes argumentaron que no deberían existir zonas de sacrificio.

A pesar de la oposición pública a la planta, hubo muchos altibajos en el camino para detener la propuesta. Después de que el PUC aprobó el contrato para el proyecto Puente, la batalla se trasladó a la CEC, la cual nunca había negado una licencia a una planta de gas que la PUC ya hubiera aprobado.

La coalición luchaba una batalla contra la marea, pero en junio de 2017, su arduo trabajo finalmente dio resultado. La CEC autorizó un estudio sin precedentes para determinar si las alternativas de energía limpia podrían cumplir las necesidades propuestas por Puente. Y los hallazgos del estudio confirmaron precisamente eso, comenzando así el final del proyecto. La CEC luego emitió otra declaración sin precedentes, diciendo que negaría la propuesta de la planta de energía de Puente debido a la capacidad de la energía limpia para satisfacer las necesidades energéticas de la región y las preocupaciones ambientales de la planta. La negación obligó a los ingenieros a regresar a sus mesas de trabajo. En lugar de una nueva planta de gas, los ingenieros dijeron que podrían cumplir con las necesidades locales de confiabilidad a través de actualizaciones de transmisión e inversiones en energía limpia. La reciente aprobación del operador de la red para la propuesta de actualización de transmisión indica que la planta de gas Puente nunca se construirá.

“Cuando comencé este trabajo hace seis años, la energía limpia era insignificante comparada con las plantas de gas contaminantes”, dice Vespa. “Pero ahora hay que consultar las soluciones de energía limpia primero. Finalmente hemos volteado el modelo. Lo que Puente muestra es que cuando se presiona a los inspectores para reevaluar algo se obtienen mejores soluciones”.

De hecho, muchos perciben la desaparición de Puente como el principio del fin de las plantas de energías contaminantes en California, y tal vez en todo el país. A principios de este mes, otra corporación energética que supo lo que había sucedido en Oxnard, cuando percibir una creciente oposición a su proyecto, solicitó suspender una planta de gas a 15 minutos de Santa Paula, una comunidad de color y bajos ingresos. En esa lucha Earthjustice representa a la Fundación Wishtoyo, una organización sin fines de lucro dedicada a proteger las tradiciones culturales de los pueblos Chumash.

“Tenemos fresas en Oxnard; tienen limones en Santa Paula “, dice Montoya. “No hay una gran diferencia. No merecen plantas de energía contaminantes al igual que nosotros no merecemos plantas de energía contaminantes. Porque todos somos humanos y merecemos algo mejor”.

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