Sigue la ‘guerra contra el carbón’ y Trump no será quien gane
Contrario al discurso presidencial en el Estado de la Unión, Earthjustice defiende docenas de casos judiciales contra el poder del carbón. Y vamos ganando.
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Durante su mensaje a la nación, el presidente Trump dijo que su administración había puesto fin a la guerra contra el “bello y limpio” carbón. Como líderes convencidos de la lucha y defensa del territorio contra el carbón, le aclaramos al presidente que docenas de casos judiciales en proceso, dicen lo contrario.
También nos estamos asociando con grupos de latinos y de derechos de migrantes para detener la construcción del muro fronterizo. Este proyecto malgastaría miles de millones de dólares públicos, descuidaría las necesidades reales de las comunidades fronterizas y afectaría la ecología de toda la zona.
Nos preocupa la forma en que Trump pretende construir este muro, evitando una evaluación de impacto ambiental y prometiendo de hacer lo mismo en otros proyectos de infraestructura, solamente para acelerar su construcción. Queremos construir leyes ambientales imposibles de mover que protejan a las comunidades fronterizas.
En la guerra contra el carbón hemos ganado muchas batallas importantes. Cada que cierra una planta de carbón, se bloquea una terminal de exportación o se limpia un estanque de desechos, las comunidades aledañas renacen más fuertes y sanas. Y tanto la tierra como el aire y el agua comienzan a rejuvenecer por naturaleza. El carbón no ganará esta guerra.
Esto es lo que ocurre en el país:
Cerrada la planta de carbón de Monticello este mes, los habitantes de Mt. Pleasant, Texas, por fin pueden respirar. Un estudio de 2017 mostró a la planta como una fuente importante de contaminantes ambientales, causando muertes prematuras, ataques cardíacos, ataques de asma y bronquitis crónica. Según el estudio, solo con la modernización de la planta se hubieran ahorrado más de mil 500 millones de dólares en costos de salud al año. El cierre total de esta fábrica representa una enorme victoria para la salud pública.
“Vivir cerca de una planta de carbón es como tener a un vecino del infierno“, dijo Marti Blake, residente cercano de una planta en Springdale, Pensilvania. “Acaban de comprar un edificio gigante y pusieron una chimenea de 750 pies de alto que arroja toxinas todo el día y hace tanto ruido que no duermes por las noches”.
Desde 2010, empresas de servicios públicos de todo el país programaron retirar 266 plantas de carbón por el rechazo local a los altos costos a la salud y a las altas tarifas de electricidad necesarias para mantener funcionando las anticuadas plantas de carbón.
Al caer la demanda doméstica de carbón, compañías mineras están tratando de enviar su sucio combustible a otros países. Comunidades en Oregon, Washington y el norte de California se han organizado para decir que no a las propuestas de construcción de puertos de exportación en sus territorios. Las instalaciones portuarias de carbón y su transporte ferroviario propagan polvo contaminado a comunidades cercanas, y se ha demostrado que el polvo de carbón causa bronquitis, enfisema y crecimiento de tumores en animales.
Hemos detenido exitosamente cada intento por construir infraestructura para la exportación de carbón en el noroeste del Pacífico, salvo uno: la terminal de Longview, Washington, pero no durará mucho, luego de que el Departamento de Ecología del estado le negó su certificación.
En Harrodsburg, Kentucky, residentes como Pamla Wood se preocupan por el posible envenenamiento de agua por carbón. En el lago Herrington, fuente de agua potable para decenas de miles de personas, se han filtrado elementos de selenio, arsénico y boro. Dicha contaminación proviene de las 6 millones de yardas cúbicas de cenizas de carbón enterradas, subproducto de los desechos tóxicos de centrales eléctricas de carbón. Más de 1,000 vertederos de cenizas de carbón amenazan a las comunidades en todo el país (ver mapa).
Ya que la empresa de servicios públicos de Harrodsburg no quiso limpiar su desastre, Earthjustice decidió combatirla en tribunales. No obstante, mientras tanto hay peces en el lago Herrington que muestran deformidades por envenenamiento con selenio. “La gente pasa tiempo recreativo en ese lago. Hasta mi compañero pesca ahí. Es inquietante “, dijo Palma Wood.
Ciudadanos como Marti Blake y Pamla Wood saben que el carbón no es nada bonito y está lleno de suciedades.
El presidente se ha colgado del término “carbón limpio”, originalmente utilizado en las tecnologías especulativas de reducción de impacto ambiental y climático por la quema de carbón. Pero estas tecnologías no se han materializado. Decir una y otra vez que el carbón es limpio no lo hace cierto. Y no mencionar ni una sola vez el “cambio climático” —el presidente lo ignoró totalmente el martes por la noche— no soluciona el desafío más grande de nuestro tiempo.
Finalmente, Trump pidió unidad entre estadounidenses, pero si su llamado a la unión pretende anteponer las ganancias de la industria a la salud pública, socavar protecciones legales para funcionarios públicos y convertir a los recién llegados al país en chivos expiatorios, obviamente nos mantendremos separados. Seguiremos avanzando nuestra posición en tribunales y dondequiera que se hagan y cumplan leyes, ganaremos esta guerra contra el carbón.
Trip Van Noppen served as Earthjustice’s president from 2008 until he retired in 2018. A North Carolina native, Trip said of his experience: “Serving as the steward of Earthjustice for the last decade has been the greatest honor of my life.”