The Price of Pork
A new report sheds light on the severity of North Carolina’s pig waste problems. (Spanish language version available.)

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North Carolina is known for its tasty pork products—from bacon and honey-cured ham to smoked sausage and pulled pork topped with the state’s famously thin barbeque sauce. But the pork-producing powerhouse’s savory selections have a less-than-appetizing side: immense amounts of pig waste.
This week, the Environmental Working Group and the Waterkeeper Alliance released a report finding that North Carolina animal operations produce almost 10 billion gallons of fecal waste every year, with a majority of it coming from hog facilities. This is enough waste to fill more than 15,000 Olympic-size swimming pools—and putting pig poop in pools is not too far off from the reality of how industrial operations currently deal with waste.
These giant hog operations, and their poultry and cattle counterparts, are known as Concentrated Animal Feeding Operations or CAFOs. In order to address the enormous amounts of waste produced from these operations, hog operators often store it in open pits called “lagoons” that are lined with a thin layer of clay. In North Carolina, there are more than 4,000 of these cesspools, and they’re filled with untreated animal waste rife with disease-causing microbes such as E. coli and enterococci bacteria. Some hog facilities will even spray the waste onto nearby fields as “liquid manure.” These practices create a long list of adverse health effects, including respiratory disease, as well as the creation and spread of antibiotic-resistant bacteria.
This waste can also drift as mist onto neighboring properties, causing unbearable odors that surrounding communities must endure daily—a problem that becomes even worse during hot and humid summer months. CAFOs are largely located in rural areas, where they significantly and disproportionately decrease the quality of life in low-income, communities of color.
These lagoons can also contaminate nearby water supplies. According to the U.S. Department of Agriculture, lagoons are supposed to be located outside of floodplains to reduce the risk of water contamination in the event of a flood. However, the new report found that there are currently 170 waste lagoons located in the state’s 100 year floodplain. What’s more, there are 37 lagoons located within half a mile of a school, and 136 located within half a mile of a public water well.
But the problems don’t stop with pork. North Carolina’s pig problem is compounded by poultry operations. Currently, poultry housed in CAFOs outnumbers state residents by 20 to one, and the state has thousands of poultry feeding operations that together house more than 200 million birds.
It’s not just the presence of these CAFOs and their accompanying waste lagoons that endanger communities; it’s also the prevalence. The new report includes several interactive maps that illustrate the geographic density of these operations. For example, the analysis found that just two counties, Duplin and Sampson, produce about 40 percent of the state’s total wet animal manure and 18 percent of its dry waste.
In 2014, Earthjustice filed a complaint on behalf of the North Carolina Environmental Justice Network, Rural Empowerment Association for Community Help and Waterkeeper Alliance with the EPA alleging that North Carolina’s lax regulations of pig waste disposal discriminate on the basis of race and ethnicity. In 2015, the EPA accepted the complaint. It has since launched an investigation of the North Carolina Department of Environmental Quality.
The recent report from the Environmental Working Group and the Waterkeeper Alliance expands on the growing body of evidence that CAFOs are degrading the quality of life for hundreds of thousands of rural residents in North Carolina. While the state loosely regulates swine operations, requiring them to register and have annual inspections, this report makes it clear that North Carolina regulators are not doing enough to adequately protect rural communities.
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“For years residents of eastern North Carolina have called on the state to address the impacts of this industry, but the state has repeatedly ignored their concerns,” says Earthjustice attorney Marianne Engelman Lado, who filed the complaint. “North Carolina’s failure to act represents another example of environmental injustice, and it was high time for the EPA to take action and enforce the civil rights of residents.”
El Precio Del Puerco
Carolina del Norte es conocida por sus sabrosos productos de puerco—empezando por el tocino y el jamón sabor a miel, las salchichas ahumadas y el puerco desmenuzado sazonado con la famosa salsa barbeque líquida que es la especialidad del estado. Pero los productos tan sabrosos de un estado que gana en producción de productos de cerdo tiene un lado menos apetitoso: cantidades inmensas de desperdicios porcinos.
Esta semana, los grupos Environmental Working Group y Waterkeeper Alliance dieron a conocer un reporte en el que se encontró que las operaciones de productos animales en Carolina del Norte producen casi 10 mil millones de galones de materia fecal animal cada año, con la mayor parte proveniente de las instalaciones donde se cría ganado porcino. Este desperdicio es equivalente a llenar más de 15 mil piscinas de tamaño olímpico —y poner heces de puerco en albercas no dista mucho de la realidad de cómo se maneja el desperdicio en operaciones industriales.
Estas operaciones gigantescas, y sus contrapartes de ganado avícola o bovino, son conocidas como Operaciones Concentradas de Alimentación Animal, o CAFOs por sus siglas en inglés. Para poder lidiar con las enormes cantidades de desperdicio que resultan de estas instalaciones, los operadores de ganado porcino lo almacenan en estanques abiertos llamados “lagunas” que son forradas con una capa delgada de barro. En Carolina del Norte, hay más de 4,000 de estas pozas de desechos, que se rellenan con desperdicio animal sin tratamiento y que son verdaderos criaderos de microbios que causan enfermedades como E. coli y enterococos. Algunas operaciones porcinas incluso riegan el desperdicio en los campos cercanos como si fuera “abono líquido.” Estas prácticas provocan una larga lista de efectos adversos a la salud, incluyendo enfermedades respiratorias, al igual que la creación y diseminación de bacterias resistentes a los antibióticos.
Estos desperdicios también pueden llegar como rocío a propiedades vecinas, causando olores inaguantables que las comunidades vecinas deben aguantar de manera diaria—un problema que se vuelve incluso peor durante los meses de verano por las altas temperaturas y la humedad. Los CAFOs se localizan principalmente en áreas rurales, donde disminuyen significativa y desproporcionadamente la calidad de vida de comunidades de bajos recursos y de color.
Estas lagunas también pueden contaminar reservas de agua cercanas. De acuerdo con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, se supone que las lagunas deben estar ubicadas afuera de llanuras aluviales para reducir el riesgo de contaminación del agua en caso de una inundación. Sin embargo, el nuevo reporte encontró que hay actualmente 170 lagunas de desperdicios ubicadas en la llanura aluvial de 100 años del estado. Lo que es más, hay 37 lagunas ubicadas a media milla de una escuela, y 136 localizadas a media milla de un pozo público de agua.
Pero los problemas no terminan con el puerco. El problema del ganado porcino de Carolina del Norte se complica por las operaciones de ganado avícola. Actualmente, las aves que están alojadas en CAFOs sobrepasan en número a los residentes estatales a una proporción de 20 a uno, y el estado tiene miles de operaciones de alimentación avícola que en conjunto albergan a más de 200 millones de aves.
No se trata tan sólo de la presencia de estos CAFOs y sus cercanas lagunas de desperdicio que ponen en peligro a las comunidades; se trata de su prevalencia también. El nuevo reporte incluye varios mapas interactivos que ilustran la densidad geográfica de estas operaciones. Por ejemplo, el análisis encontró que en tan sólo dos condados, Duplin y Sampson, producen alrededor de un 40 por ciento del abono animal líquido y 18 por ciento de sus desperdicios secos.
En el 2014, Earthjustice presentó una queja a nombre de los grupos Environmental Justice Network de Carolina del Norte, Rural Empowerment Association for Community Help y Waterkeeper Alliance con la EPA alegando que las regulaciones débiles en Carolina del Norte sobre la eliminación de residuos porcinos resultan en discriminación racial y étnica. En el 2015, la EPA aceptó la queja. A partir de entonces inició una investigación del Departamento de Calidad Ambiental de Carolina del Norte.
El reciente reporte de los grupos Environmental Working Group y Waterkeeper Alliance aumenta la creciente evidencia que los CAFOs están degradando la calidad de vida para cientos de miles de residentes rurales en Carolina del Norte. Si bien es cierto que el estado regula las operaciones porcinas, y los obliga a registrarse y a cumplir con inspecciones anuales, este reporte pone en evidencia que los reguladores de Carolina del Norte no están haciendo lo suficiente para proteger adecuadamente a las comunidades rurales.
“Por años, los habitantes de la parte oriente de Carolina del Norte han hecho un llamado al estado para que resuelva el impacto de esta industria, pero el estado repetidamente ha ignorado sus preocupaciones,” dice la abogada de Earthjustice Marianne Engelman Lado, quien presentó la queja. “El fracaso de Carolina del Norte a la hora de actuar representa otro ejemplo de injusticia ambiental, y ya es hora que la EPA tome acción y vigile los derechos civiles de los residentes.”
Diana was an undergraduate at Duke University, majoring in environmental science, with minors in English and economics, and was an intern with Earthjustice's editorial team in San Francisco.